Más vale tarde que nunca. Parece
que fue ayer pero ha pasado ya una semana de mi aventura “extrema” de la jamón-bike.
Está aventura deportiva tocaba
afrontarla en solitario, afortunadamente llevaba apoyo moral y seguimiento técnico
en cada avituallamiento.
Salimos pronto y a las 8:30 estábamos
en Calamocha, a las puertas del hotel Fidalgo para recoger la bolsa de Corredor,
te explicaban como se colocaba el cronochip y al aparcamiento a preparar bici,
vestuario y viandas. Se veía ambiente más profesional, con muchos ayudantes
para cada grupo de ciclistas.
En apenas un abrir y cerrar de
ojos, se pasaron los cuarenta y cinco minutos, con muchas dudas sobre la ropa a
llevar. Los autóctonos decían que arriba había algo de nieve y que se notaría
fresquito pero que luego pasaríamos calor.
Se da la salida neutralizada y
todos en marcha, siguiendo fiel a mí costumbre arranque en posiciones de cola
con la esperanza de ir pasando a corredores. Pero hoy las cosas eran
diferentes, los “globeros” no se apuntan a este tipo de pruebas y el ritmo era
bastante alto. Las sensaciones no eran buenas, pulsaciones muy altas y dolores
en los isquiotibiales desde el principio. El pelotón principal se alejaba sin
remedio y pronto me vi rodando en solitario más mal que bien. En los primeros
kilómetros, algún biker con problemas mecánicos y poco más.
El trazado estaba bastante bien
señalizado, y viendo que la media de 18 prevista por la organización iba a ser difícil
de conseguir, coloque el gps en modo económico para ahorrar batería que la cosa
iba para largo.
Por el primer paso donde estaba “aprieta
frenos” pase bastante fastidiado, vi en directo como la cubierta tubeless de
una giant 29” pinchaba para desesperación de su jinete y acompañante. No debieron
ser capaces de arreglarla pues no los vi en el resto de la prueba.
Pasamos por el primer control y
nos dispusimos a atacar la parte más dura de la prueba hasta el segundo, algún
paisano de la zona dejaba caer comentarios del tipo “anda que no les queda nada
a estos hasta arriba”, y cosas parecidas que no ayudaban a subir la moral. Efectivamente fue un tramo duro de subida constante y en una rampa
tuve que echar pie a tierra para poder afrontarla. El terreno estaba muy blando
debido a las lluvias de la semana y a la nieve en proceso de deshielo.
Por fin llegue al PC2, lo más
duro estaba realizado, algo más de 1200 metros de desnivel acumulado en
menos de 45 Km.
A partir de aquí las sensaciones
mejoraron, me dejaron de doler las piernas y las pulsaciones eran más acordes
al esfuerzo realizado. Después de otro tramo más de subida e ir “cresteando” un
montón de picos, con nieve alrededor, empezó un tramo bastante largo de bajada,
durante muchos kilómetros la bajada discurría por un barranco, no había
problema porque el camino a parte de un montón de piedra suelta existía como
tal, la gracia estaba en que el camino iba por dentro de un rambla, y después de las
lluvias y la nieve, la rambla hacía su labor y canalizaba el agua hacía el
valle. Se sucedieron los cruces con cursos de agua, los primeros con la
precaución debida e intentando no mojarte más de lo debido, que en los tramos
de subida ya llevabas barro hasta en las orejas, después ya no te importaba
mojarte las piernas con agua helada, pasabas los cruces sin frenar, que no
estaban las cosas como para malgastar energía y lo único que pedías es que no
existiera una poza donde se te quedará clavada la rueda.
Así llegamos al punto 3, situado
en medio de otra subida criminal, lo cual hacía muy agradable la parada para
descansar pero la vuelta a la marcha era mortal, en este tramo apareció la
segunda rampa en la que tuve que bajar de la bicicleta. Este tramo fue muy
duro, por ello el siguiente punto de control estaba relativamente cerca, aquí apareció
mi acompañante con un plátano para recuperar fuerzas que me vino genial.
Era el km 67 y faltaba la mitad
de la prueba, lo más duro ya había pasado pero aún faltaba la última gran
subida hasta el PC5. Estabamos en el punto de no retorno, si seguíamos tenía
que ser ya hasta el final. La cabeza dijo que había que seguir y al cuerpo no
le quedo más remedio que seguirla.
Ahora iba ya tan cansado que no
notaba ni el dolor, así que sin nadie por delante y nadie por detrás afrontamos
la marcha hasta el PC5, tan mal puesto como el PC3, en medio de una subida,
esto si la última por lo que la salida volvió a ser dura de verdad. Km 85 quedaban 28
más, casi nada.
Una vez arriba, y con la vista puesta en Calamocha afronte el último tramo de bajada y llano, a disfrutar bajando y a sufrir llaneando hasta el final.
Reto conseguido, 7 horas y 24 minutos después pase por la meta. 6 horas y 55 minutos pedaleando, el resto, paradas en avituallamientos y en los servicios de caballeros distribuidos por el recorrido, todos ellos con ambientador de pino natural.
Y AHORA EL PRÓXIMO RETO: dorsal 2958
Buena entrada, pero hace que me alegre de no haberme apuntado, quien sabe si otro año con mas preparación...
ResponderEliminarEste fin de semana he estado en el Burgo de Osma con Rafa un aficionado a la Mtb que se a apuntado a la Orbea desert, todavia no se que hare.
Buenas fotos, sobre todo muy original la del dorsal espero que la monegros resulte mas suave que esta, por cierto no os preocupeis que este año creo que hay 5000 plazas de inscripcion.
ResponderEliminarBueno ha entrenar duro para que se nos haga mas larga de lo que ya es.
Ciao :D .
Jose! te felicito! Madre mía, haces que lo duro parezca menos duro, que al final todo se consigue, con ilusión y ganas... eso se llama "Constancia", muy bien majo.
ResponderEliminarY os quereis llevar a mi Juanito? madre mía, se tiene que entrenar duro!!!
P.D.: He tenido que recuperar la contraseña por que siempre escribo como anónimo ;D