El pasado domingo nos fuimos a
dar una vuelta con la “flaca”, Descensos, Cardenal y un servidor. Como la noche
anterior habíamos realizado unos excesos gastronómicos, pensamos que deberíamos
quemarlos en la bici.
Esta salida dominguera, me hizo
recordar mis principios como aprendiz de mecánico, eran otros tiempos y como
era mucho más joven, lo de dar pedales me parecía muy cansado, así que
empezábamos a montar en moto, las vespinos, puch cóndor, rieju maratón,… todo
industria nacional y la mayoría de ellas sino todas, no eran de nuestra
propiedad. Lo de abrir escapes, cambiar coronas y enredar en todo elemento
mecánico al alcance del destornillador y la inglesa era nuestra actividad
predilecta en las tardes del verano. Eso si, a la hora de montar de nuevo las
piezas, la dinamométrica brillaba por su ausencia. El par de apriete ni
sabíamos lo que era. Conclusión apretar hasta más no poder, en plena
adolescencia y con las hormonas descontroladas, nadie quería ser el “colitas”
del grupo, así que en más de una ocasión la cabeza del tornillo o el perno
terminaba fracturándose, cómo lo sacábamos son historias que ya contaré otro
día.
Algo parecido a los tornillos nos
paso el domingo, después de tres meses sin apenas actividad física, comenzamos
la mañana desde Santa Fe camino de Villanueva de Huerva, en otros tiempos me
hubiera preocupado de saber los kilómetros de los que costaría la salida, el
desnivel acumulado y otros datos varios, pero sólo pensaba salir a rodar en la
zona 2 para ir cogiendo fondo poco a poco. Ya de inicio el “amigo descensos”
marco un ritmo alegre en la subida hacia Cariñena, se nota que la preparación
del Duatlón de Perdiguera le ha dado un punto de forma que el resto no tenemos
por el momento, ya vi que las pulsaciones no eran precisamente para coger
fondo, intentaba rodar en paralelo con él y Cardenal a nuestro rebufo, pero en
cuanto la pendiente crecía un poco, no quedaba más remedio que ir a rueda.
Aunque nos pasaron algunos ciclistas, nos mantuvimos en calma. Entre María y
Muel, nos pasó un pelotoncillo y nos quedamos a cola del grupo, aunque en
principio debíamos ir más cómodos, el ritmo era fuerte y las pulsaciones no
descendieron sino todo lo contrario, primera vuelta de tuerca, antes de llegar
a Mozota Cardenal con más cabeza que Descensos y yo, decidió seguir su propio
ritmo, yo intente aguantar los repechos con el grupeto aunque finamente
decidimos no seguir con el grupeto (más por falta de fuerza que de ganas) y
esperar a Cardenal.
La llegada hasta Cariñena, fue a
ritmo constante y lo más fuerte que pude, otra vuelta de tuerca, la idea era
desgastar un poco a Descensos para que la subida a Villanueva se la tomara con
más calma. Descensos aguantaba el ritmo e incluso lo aumentaba, él pensaba que
llegaríamos hasta Cariñena y nos daríamos la vuelta, así que calculó mal las
fuerzas.
La subida hasta Villanueva, con
los constantes toboganes fue de lo más divertida, aunque no precisamente
relajada, Cardenal sin haber desgastado tanto persiguiendo al grupeto, estaba
mucho más fresco y apretaba en la subida y sobre todo en las bajadas, así que
el resto con menos peso lo seguíamos como podíamos en la bajada e intentábamos
desgastarlo en la subida, vamos sin descanso y una vuelta más a la tuerca.
Desde Villanueva hasta la subida
a la Cementera de la Carrascosa el ritmo no paraba, las continuas subidas y
bajadas iban haciendo mella en las piernas, los relevos eran constantes, en la
subida hasta la Cementera nos paso un ciclista al que habíamos pasado anteriormente,
pues estaba cambiando de agua al canario y en el último repecho dimos alcance a
otro ciclista cuyos gemelos eran como mi cuádriceps y bíceps femoral juntos. En
el descenso hasta Muel el ritmo fue muy vivo, los relevos dados por Cardenal y
Descensos cada vez más fuertes y a la caza del ciclista del canario, me hacían
creer que el más flojo de la mañana era yo, en lo único que pensaba era que
estos cap….os no paraban, después de 67 km. o ellos habían cogido mucho fondo o
yo lo había perdido todo, otra vuelta de tuerca más.
En el paso por Muel nos
reagrupamos todos y se unió un nuevo ciclista, una vez en la nacional, el trío
invitado empezó de nuevo a marcar un ritmo realmente elevado, mi pulsaciones de
nuevo disparadas y en cada pequeño repecho amago de tirones en los cuádriceps,
mirada atrás pidiendo clemencia a Descensos y Cardenal, les digo que voy muy
mal, ellos me comentan que no van tan mal y que intente no perder rueda. Otra
vuelta de tuerca más, en el primero de los dos repechos que hay antes de María,
intuyo más que veo que Descensos y Cardenal pierden mi rueda. Yo sigo con el
trío de vampiros, los llamo así porque al final me chuparan todas las fuerzas.
Lo peor que puede pasar sucede, al fondo de la carretera aparece otro grupo
ciclista y lo inevitable acontece, el ritmo vuelve a crecer, sigo un rato más
con ellos y finalmente los dejo ir, la última vuelta de tuerca ha roto el
tornillo. Decelero a ritmo de pájara y me dejo llevar hasta Santa Fe donde me despido de mis compañeros hasta la próxima salida.
Por cierto mañana a las 9:30 reconocimiento oficial del circuito Duatlón Perdiguera.
ResponderEliminarYa me diréis algo.
Buena cronica, aunque no fuistes mal en ningun momento campeon.
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